miércoles, 23 de abril de 2008

6400 y Contando

A estas fechas, en el Distrito Federal se habrán practicado más de 6,400 abortos o interrupciones de embarazo, como le llaman los encargados de la salud en esa ciudad. Llama la atención que sostengan dichas autoridades que, de todas las interrupciones efectuadas solo se haya presentado el desceso de una persona, tal es el caso de una joven que falleció a causa de complicaciones durante el procedimiento.

¿Será verdad que solo una persona ha muerto en esta terrible práctica? Preguntémonos, en los otros seis mil trescientos noventa y nueve casos, ¿Que fué lo que les sacaron a las pacientes?.

La cuestion es que no es posible que solo pensemos que la futura madre o posible madre es la única persona que está en riesgo o que es la única vida que importa, el que está en riesgo y definitivamente sale perdiendo es el ser humano que es extraido en forma violenta del seno que debiera protegerlo y cuidarlo hasta su nacimiento.

En realidad lo que se extrae durante el aborto quirurjico es una persona, no es un apéndice o un abceso, en ambos casos , tanto el apendice como el abceso estan plenamente identificados y se sabe cientificamente que son y como se comportarán posteriormente. En el caso del aborto resulta más complicado saber que sucederá en el futuro, que va a hacer esa nueva persona una vez que tenga la posibilidad de ejercer sus actos con entera libertad, sin la dependencia vital de su madre.

Afirmar o sentenciar que los niños solo vienen a sufrir y a complicar nuestro modo de vivir, y por ello es necesario evitar a toda costa su llegada a este mundo, es renunciar de forma por más egoista al acto de dar, en este caso al acto de brindar la vida.

El derecho a la vida debe estar por encima de todo derecho, puesto que para tener derechos se debe primero tener el ser, lo que no es no tiene derechos y en este caso, los que ahora habitamos este mundo y gozamos de sus maravillas, y tomamos decisiones en busca de mejorar nuestras condiciones, debemos tener muy claro que antes de ser lo que somos tuvimos que pasar por todo el proceso que conlleva la gestación. El haber llegado primero no nos otorga derecho alguno de evitar que otros lleguen después.

Si nos indigna ver cuando el poderoso abusa del débil, debe indignarnos más el abuso que se propicia al indefenso o al inocente, y esa indignación debe llevarnos a salir de la ignorancia al pleno conocimento de lo que somos, encontrar esa dignidad y defenderla por encima de todo.

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